El lugar donde pudimos encontrar esta maravilla se llama Isabella Plantation que no es más que un parque ornamental de gran colorido dentro de la gran masa verde que conforma el parque Richmond.
Nada más acceder al pequeño parque, pudimos deleitarnos con la presencia de un pato mandarín (Aix galericulata) nadando plácidamente por un pequeño estanque disfrutando de los agradables rayos del sol.
Sin embargo, el mandarín no estaba sólo. A pocos metros de él se encontraba una garza real (Ardea cinerea) con esa solemnidad que le caracteriza, sin inmutarse ante todos aquellos que pasábamos por allí.
A medida que avanzábamos caminando por el parque, sucesivas coloridas masas se iban abriendo paso a nuestro camino para disfrutar de estampas como éstas:
Las bluebells (Hyacinthoides non-scripta) también querían hacerse partícipes de tanta belleza:
Y cómo no, otra de las flores que más me llaman la atención, por su robustez y su color, las camelias (Camellia japonica):
También pudimos encontrar el brezo (Calluna vulgaris) floreciendo, cuyas chiquitinas florecillas pudimos observar de cerca:
Saliendo ya de Isabella Plantation, nos quedamos maravilladas ante la ternura desprendida por esta imagen que primavera tras primavera se repite en la naturaleza. He de decir que me ha resultado imposible identificar esta especie pero he recurrido a la ayuda de la artista mañica Esther experta en aves y a su parecer es un tarro canelo (Tadorna ferruginea) hibridado con alguna otra especie. Por cierto, para que veáis que no exagero cuando la llamo artista, visitad su página web: mira al pajariko.
Posteriormente disfrutamos de un largo paseo por Richmond Park donde pudimos divisar un par de gansos (Branta canadensis) picoteando sobre la hierba:
Y de nuevo, otra enternecedora imagen. La de una pareja de cisnes alimentando a sus polluelos:
Sin embargo, el porrón común (Aythya ferina) no quería ser menos y quiso posar ante el objetivo de la cámara:
Cuando ya dábamos por finalizada la jornada campestre y cuando ya no esperábamos encontrar nada que superase las preciosas escenas contempladas a lo largo de nuestra visita, pasamos por el mirador de Richmond Hill y de nuevo, quedamos fascinadas ante la belleza de lo que se encontraba a nuestros pies:
Como siempre, sigo pensando que es imposible captar tanta belleza bajo el objetivo de una cámara de fotos, pero intento hacerlo lo mejor que puedo :)
Fue un día muy completito, buen tiempo, ejercicio al aire libre, conversaciones interminables y muy buena compañía. ¿Se puede pedir algo más?